Hemos llegado a conocer con 6 voluntarios y otros 25 pasajeros el Río Amazonas la semana pasada. El viaje por el río Morona fue espectacular, vimos manadas de capibaras, un manatí, un delfín rosado, aves en una naturaleza exuberante pero monótona llena de toda clase de sonidos. La llegada al Marañón o Amazonas cuando el sol del atardecer se pintaba de un rojo sobre las sombras de los árboles y luego de cruzar el "infeiernillo" una tormenta que cuando llega parece que quiere terminar con todo. Dormimos en las comunidades de los indígenas Huambisas, los Chapra que son indígenas altos y muy bonitos. cada comunidad parece un pedazo del paraíso pero los mosquitos están allí para hacer fiesta con nosotros. Puerto América y Puerto San Lorenzo con barcos de 3 pisos nos hacer retorceder en el tiempo a una de esa películas que Indiana Johnes nunca hizo en los años 40 0 50. En San Lorenzo la vida es un remolino que empieza a las 6 a.m en el mercado y cuando este se cierra, solo los triciclos motorizados y ir y venir de la gente ya son llamativos, pero cuando llegan los barcos con pasajeros cansados de dormir en las hamacas, cargados y transportando monos y loros, las cervezas en torres que se descargan junto a combustible y víveres, todo el pueblo acude a pescar novedades. Las luces de los pueblos desaparecen a las 11 pero entran lo motores y con ellos la música. El fin de semana el bailar es una fiesta en discotecas muy sencillas que reaccionan a los jóvenes y a otros en juego de piruetas con el cuerpo.
lunes, 12 de marzo de 2007
Primeras reflexiones desde el río Amazonas
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